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Sergio Andres Pradenas Martinez; Estudiante de Educación Física; cuarto año

Sergio Pradenas

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Creador de Blog Se Perseverante

miércoles, 21 de noviembre de 2007

El mundo en penumbras

En la actualidad se esta viviendo una época en la cual es visible una confusión en cuanto a los valores que legitimizan la vida social.
Con los años y con la llegada de la tecnología y por lo tanto una tendencia desmesurada a la globalización, se han ido imponiendo y adquiriendo una homogeneidad en los modelos de vida, pensamiento, sentimientos y acción de las personas, muchas veces llevados inconcientemente por el constante bombardeo de los medios masivos de comunicación. En estos días se puede apreciar el distanciamiento hacia las tradiciones y donde el valor mercantil de las acciones o cosas se ha vuelto prácticamente como un “culto”.
Las nuevas tecnologías han llevado y permitido, una gran disponibilidad de información. Donde su distribución la ha hecho accesible y cercana, pero también llamada, un arma de “doble filo”, me explico, puesto que estas tecnologías unen a las personas a la información y potencian un mayor conocimiento, pero además generan o promueven una perdida de la identidad y sin dejar de lado, que el acceso a la información aun no es igualitaria, y aun si fuera así no todos comprenderían a cabalidad la información recibida. Donde fácilmente esta información se puede transformar en un factor discriminatorio e incluso de exclusión de los más desfavorecidos.
En la sociedad de hoy como consecuencia de los influjos de los poderosos medios de comunicación, se ha generado una aceptación del individualismo y el conformismo social. Individualismo en desarrollo basado principalmente en la competencia y de la mano con un conformismo social, pilar de los estados democráticos, puesto que este factor es el marco primordial de convivencia. En ciertas democracias formales se adquiere in sistema de producción y distribución regido por la ley de libre mercado, donde real mente la mascar de “Democracia Ideal”, esta ocultando es la competitividad más exacerbada y que mediante la lucha individual por la existencia se supone que sitúa a cada uno en el lugar que l corresponde por sus capacidades y esfuerzos.

“El hombre no encuentra una posición favorable respecto a los acontecimientos que se desarrollan en la actualidad”

La búsqueda de la identidad personal de la mayoría de los individuos de la sociedad postmoderna parece vinculada a la competitividad profesional y a la diferenciación por el consumo como indicadores de status, (Castoriadis-1994), afirma que vivimos la fase más conformista de la historia moderna, pues bajo la apariencia de libertad individual todos recibimos pasivamente el único sentido que el sistema nos propone e impone de hecho: el teleconsumo, mezcla de consumo y televisión, de consumo simulado a través de la televisión.
La obsesión por la eficiencia, ha llevado a las personas a buscar, cualquier medio posible para lograr sus objetivos, dejando de lado los factores que puedan interrumpir este proceso, como pueden ser las emociones y en cierta manera, por la obsesión de ganar tiempo se niega el derecho a pensar, pues este solo es un medio burocrático, ante la verdadera razón de todo esto, que es sin duda la “rentabilidad”. Primando muchas veces por sobre la calidad, y solo favoreciendo al beneficio a corto plazo. En una reacción frente a esta problemática se deberá poner mayor énfasis en el valor antropológico y ético de los procesos e interacciones en los que se implican los individuos.
Con la instauración y desarrollo de los poderes y políticos, se ha ido envolviendo a la sociedad con un manto con el cual se pretende distorsionar la realidad, y en consecuencia se impone una difusión de una realidad social inmovilista, en donde se ignora el sentido histórico de la construcción social de la realidad. En la conciencia colectiva se instala así la tesis de la futilidad e impotencia del empeño humano individual o colectivo, puesto que este empeño no tiene mayor influencia frente a la economía global. De esta forma se produce un carácter social conservador y conformista frente a los acontecimientos.
Parece obvio que en la cultura de la imagen que se impone en las sociedades occidentales post industriales, es imparable el dominio de la apariencia, el poder de lo efímero y cambiante, donde las exigencias del mercado en la vida cotidiana y en particular por medio de la publicidad audiovisual confunden cada vez más al ser. La realidad se ve afectada por este fenómeno, puesto que la sustituyen las ya nombradas apariencias. La ética se convierte en pura estética al servicio de la seducción del consumido.
Por otra parte, cuando la sustitución de la realidad por las apariencias invade las relaciones de trabajo, la vida de los individuos se convierten una constante actuación, de esta manera se produce inevitablemente la dispersión del sujeto, la ansiedad por la sobreactuación y la pérdida de la identidad. Al mismo tiempo, bajo el supuesto de que los otros también se encuentran escenificando sus apariencias, es difícil construir interacciones de confianza, donde dichas relaciones le permitirían a la persona retirar el velo de la simulación.
Muy vinculado al fenómeno anterior se puede a preciar que la vida contemporánea, económica y profesional exige una preparación para el constante cambio. La consecuencia más palpable y preocupante de esta tendencia es que el deseo del cambio y de la novedad por si mismo no tiene posible satisfacción, por lo tanto, los deseos, relaciones o expectativas se van quemando de forma tan acelerada que ni siquiera se pueden disfrutar.
“Se vive el instante como trampolín hacia un futuro inmediato de sorpresa y cambio que promete mayor novedad ahogando las posibilidades de disfrutar la sorpresa presente” (BERGER, 1914; ORTEGA, 1994).
Ahondando en algunos temas que han tomado gran importancia en el mundo actual, son las manifestaciones más reconfortantes de pluralidad y tolerancia donde se pueden destacar el “feminismo”.
Tendiendo en cuenta la primacía de la apariencia, la cultura de la satisfacción y el objetivo colectivo de rentabilidad comercial, se ha ido creando en el mundo una manera de pensar, ver y sentir las cosas. Y que todo esto se centra en que la sociedad en general busca de cierto modo sostener en el tiempo un estilo de vida juvenil, y donde el mundo (Ej. Cine y publicidad), ayudan a que esto sea así. Como “juventud” debemos entender, que se ve como el nuevo dios pagano de la secta con más adeptos en el mundo, y donde esta juventud se relaciona y se aferra a la búsqueda constante de placer y la satisfacción.
La transformación lenta pero irreversible de la condición social de la mujer y la redefinición de su papel en la familia y en la comunidad es uno de los fenómenos de mayor importancia en las últimas décadas, puesto que las repercusiones de este fenómeno todavía son incalculables. La incorporación de la mujer al mundo laboral y su irresistible aunque lenta irrupción en la vida pública de la cultura, la economía y la política, esta provocando modificaciones sustanciales en la vida cotidiana de la familia y del resto de las instituciones sociales. Es evidente que la mujer esta sufriendo incluso de modo más abrumador que el hombre, su utilización como mercancía en las exigencias de la economía de libre mercado.
En el collage indiferente de la cultura e ideología social postmoderna, al servicio de la economía de libre mercado, es una fuente de esperanza la existencia de movimientos alternativos que resisten el huracán de la rentabilidad y presentan iniciativas, opciones y compromisos que rompan la indiferencia. Por ello la identificación de su influencia es imprescindible para facilitar el desarrollo autónomo de los sujetos.